domingo, 23 de mayo de 2010

Sirenas, ángeles y lo peor de la belleza

Mitología (VII) Sirenas, ángeles y lo peor de la belleza
La belleza, cuando no da vida, mata. Según innúmeros poetas, como Homero y Rilke, hay grados insoportables de la belleza... Se le atribuyen a seres que superan lo humano, bien sea por lo superlativo (divinidades) o lo mixto (híbridos). Estos son los casos de ángeles y sirenas.
La sentencia de Rilke dicta que “todo ángel es terrible”, tras haber en su elegía declarado que:
“La belleza no es sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente prefiere no destrozarnos.”
Rilke explora esta visión con su buena solfa en alemán, en la primera de las diez Elegías de Duino. Sus aluciones a la sonoridad vital y rotunda toma cuerpo en sus “Sonetos a Orfeo”, es decir, sus elegías refieren el canto pero no cantan, los sonetos sí procuran la musicalidad. Hay que oírlos.
En cuanto a las sirenas, ellas sí conocían y aplicaban las virtudes del canto. Era tal melodía una alarma que muy pocos sabían traducir. Por algo se decía que las Moiras entonabas canciones con las sirenas cuando decidían el destino de los mortales.
Los marineros las veían sobre rocas inesperadas, bellas desde la distancia que parecían anular las femeninas voces. Ellos no soportaban el deseo y se arrojaban a lo incierto de sus brazos, ignorando que la hibridez de ellas consistía en mitad de humano y mitad de monstruo, siendo esta última la que los haría morir ahogados y felices. Ulises las oyó encadenado al mástil del barco, deleitándose.

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