Después de la muerte, las personas irían al inframundo. El nombre de este reino era Hades, “el invisible”. Los griegos lo consideraban a la vez un sitio y un ser (deidad): el más robusto de los varones que Cronos (el tiempo) engendró con Rea (la fluidez). Una de sus hermanas era Deméter, asociada a los ciclos naturales. Su hermosa hija, Perséfone, era una doncella entregada a la contemplación y goce del lado florido de la vida, el único que conocía (gracias a l madre sobreprotectora).
Una tarde, la damita vislumbró una bellísima flor negra en un valle. La atracción no fue normal… Apartada de su séquito de damiselas, corrió a tomar la flor, a cuyo contacto se abrió en la tierra una gran fisura por donde salió el robusto Hades, la tomó en rapto y se la llevó por la misma abertura telúrica, que de inmediato cicatrizó.
Perséfone pasó a ser entonces mujer de Hades y soberana de los infiernos. Sus ojos se perdían en las visiones que nunca sospechó: muertos, enfermos, ancianos, infelices, todos allí confinados. Tras semanas de angustia (por lo cual se secaban los campos y sembradíos) Deméter convenció a Zeus y éste le dijo dónde estaba la hija y facilitó su vuelta. Hades aceptó, pero persuadió a su esposa para que comiera de una granada. ese bocado la hizo eternizar su condición “inframundana”. Desde entonces durante una parte del año?Perséfone vive con mamá, quien sonríe (primavera y verano), y el otro lapso en el trono con su marido, mientras Deméter sufre (otoño e invierno).
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