En una misma semana recibí noticias sobre José Saramago, Carlos Monsiváis y Darío Lancini y sendas muertes. De Saramago recuerdo una trampa sobre si él había sido el último Premio Nobel español de Literatura… (era portugués, etcétera). De Monsiváis absolutamente nada sé más que su muerte, y su nombre lo tuve que googlear para ponerlo en las primeras líneas de esta columna. Pero de Lancini sí sé y con gusto.
A los dieciséis años yo estudiaba Ingeniería en la Universidad Simón Bolívar, y la virtud de esta academia para mí residía en su biblioteca. Obligado yo a pasar casi todo el día en el campus universitario por las materias dispersas en mi horario, la opción de peatones, solteros y huraños (como yo) para vencer la intemperie era la enorme biblioteca. Su ventaja era sencilla: una vez adentro, podía uno pasear entre los estantes como en un supermercado e irse llenando manos y brazos de cuanto libro se antojara. Yo casi nunca pasaba por el fichero, más bien gozaba recorriendo los lomos de las ediciones haciendo mis propias deducciones sobre cuál categoría era la que tenía en frente estableciendo semejanzas entre ejemplares. Al rato me toparía con el libro que originalmente buscaba, pero portando ya una buena carga de páginas recolectadas como frutas del camino. Así nació mi pasión por los libros (ya el gusto había nacido en casa).
Uno de esos libros que nadie me mandó a leer pero leí fue Oír a Darío, de Lancini. Era divertido.
Este libro está lleno exclusivamente de palíndromos, frases y textos mayores que se pueden leer al derecho y al revés obteniendo lo mismo (acá algunos les dicen palabras “capicúa”). Ya desde el título del libro obtenemos una muestra de este juego. A partir de los más criollos y anónimos palíndromos, como AREPERA y AGÁRRALA, GALARRAGA y pasando por los tradicionales AMOR A ROMA y ANITA LAVA LA TINA, llegamos a los textos de Lancini sencillos como YO CORRO, MORROCOY y LEÍ, PUTA, TU PIEL… hasta pequeños poemas y diálogos. He aquí una muestra y un desafío:
LATO
¿Tres, seis o nueve?
Sólo se ve Uno.
ECO.
¿Dos o doce o nueve?
Sólo se ve Uno.
Sí, es ser total.
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